Hoy se cumplieron 45 años desde que los últimos coletazos represivos del fascismo nos robaron al compañero Salvador Puig Antich, condenado a muerte y ejecutado mediante garrote vil el 2 de marzo de 1974 a la edad de 25 años tras ser sometido a un Consejo de Guerra que le declaró culpable de homicidio por su detención en un operativo policial en Barcelona contra militantes del MIL (Movimiento Ibérico de Liberación, organización revolucionaria ligada al anarquismo y al movimiento autónomo de los años ’70 que practicó la guerrilla urbana contra las postrimerías de la dictadura pero también contra la nueva democracia y sus fraudes) donde se produjo un tiroteo entre varios miembros del MIL entre los que estaba Salvador y los maderos, y en el que resultó muerto Francisco Anguas Barragán, miserable subinspector de la Brigada Anti-Atracos del Cuerpo General de Policía franquista (del cual es heredero directo el actual Cuerpo Nacional de Policía).
Para la historiografía oficial de les demócratas bienpensantes, Puig Antich solo fue la última pobre víctima del fascismo, antes de que esta democracia, garante de «paz», «libertades» y «bienestar», devolviese sus ilusiones a la gente. No obstante, nosotres no solo rechazamos y despreciamos la democracia y sus relatos, sino que también nos negamos a ver a Salvador en el rol de víctima indefensa, o de «pobre jovencito víctima del fascismo» en el que la narrativa de los vencedores intentó colocarle. Por el contrario, reconocemos en Salvador el arrojo y el impulso de quien se atrevió a asumir las consecuencias de armar su rechazo y acelerar los relojes oxidados de la historia por medio de la propaganda armada, con una proyectualidad claramente revolucionaria y antiautoritaria, sabiendo cuáles eran los riesgos que corría y eligiendo aun así el camino difícil de la integridad, la pasión y la coherencia.
Para no olvidar, aquí dejamos el escrito que ha publicado la denominada Comisión 45 Años del Asesinato de Puig Antich y que nosotres recogemos de Portal Libertario Oaca en catalán, traduciéndolo para su difusión en territorios no catalanoparlantes.
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«Es proyectándonos en el futuro, sintiendo el peso del presente, donde radica nuestra razón de ser» (Salvador Puig Antich, carta a su hermana Marçona escrita en diciembre del ’73 desde la prisión Modelo de Barcelona).
Hoy, 2 de marzo, hace 45 años de la ejecución de Salvador Puig Antich en la prisión Modelo de Barcelona. Salvador, miembro del MIL (Movimiento Ibérico de Liberación) era un revolucionario anticapitalista y libertario que encaminó su lucha de acción autónoma hacia la transformación radical de la sociedad.
Desde 1974 hasta ahora muchas ilusiones y esperanzas colectivas han sido frustradas y abortadas, empezando por el gran fraude histórico y social que ha sido la Transición hacia una democracia heredera de la dictadura franquista que perpetúa y mantiene intacta la estructura de dominación capitalista.
Ayer como hoy nos niegan la posibilidad y la capacidad de ser nosotres mismes, de ser les protagonistas de nuestras vidas y de nuestra historia. Vivimos una falacia de «libertad» que solo nos permite criticar el sistema pero sin la posibilidad de cambiar nada. Ante la hegemonía del capitalismo global y corrupto, cada vez más salvaje y explotador, que se erige como la única alternativa de organización social y económica, hemos de plantar cara para avanzar colectivamente mediante la auto-organización, la autogestión de las luchas, la acción directa y la práctica antiautoritaria con la finalidad de conseguir nuevos espacios que permitan desarrollar la alternativa de una futura sociedad libertaria.
El capitalismo global está generando una nueva esclavitud para un gran número de personas a las que se condena a la miseria total, moral y económica. El Estado español, en estos últimos años, involuciona de manera acelerada con la represión de las libertades y derechos fundamentales, y con el aumento de sus rasgos autoritarios y reaccionarios.
Hoy todavía, 45 años después de su muerte, su recuerdo vive en todes aquelles que combaten a la dominación que ejercen el capital y sus lacayos en todas sus formas. Su memoria, su vida inmolada, eleva y ennoblece esta lucha desigual pero inevitable, irrenunciable contra las formas de dominación del capitalismo autóctono y global y de sus servidores, para con nuestra liberación real, individual y social.
Comisión 45 años del asesinato de Puig Antich